Historia del FEL.


El proceso de construcción inicial del Fel



El Fel posee precedentes bastante lejanos en el tiempo, enclavados en las diversas experiencias de inserción social anarquista/libertaria en el movimiento estudiantil chileno, lo que en este documento no alcanzaremos a reseñar. Si nos detendremos eso sí, en los antecedentes inmediatos, siendo lo más relevante, la presencia alcanzada por diferentes grupos y colectivos de corte anarquista/libertario en el ciclo de luchas del movimiento universitario desde mediados de los años 90.
Particularmente notoria fue la movilización del año 1997, para detener la aprobación de la Ley Marco de la Educación Superior. Durante el primer semestre de ese año se registraron marchas y tomas de planteles en los que se podía advertir de un tipo nuevo de organizaciones políticas insertas en el movimiento social, que ejercían y reivindicaban una nueva forma de construir política desde las bases, y que tomaba distancia y criticaba a las organizaciones clásicas de la izquierda. Así, el proceso del movimiento estudiantil de fines de los 90 y los primeros años 2000, se puede leer en dos niveles. En primer lugar, a nivel cupular, la situación se caracterizaba por la presencia notoria en las directivas de las principales federaciones de la izquierda tradicional (especialmente las JJ.CC.) la cual impidió una mayor radicalización de las movilizaciones. De este modo, las direcciones del movimiento se fueron moviendo hacia propuestas alternativas dentro de la izquierda (ej. la Surda) que a pesar de manejar un discurso renovado, “neo-izquierdista” y “autonomista”, no se diferenciaron mucho de las anteriores direcciones, especialmente por su carácter conciliador y cupular. Aquellas direcciones del movimiento estudiantil, además de ser poco expresivas de la radicalización experimentada por vastos sectores del estudiantado de base, actuaban (y aún hoy continúan en eso) como amortiguador de los choques entre el movimiento estudiantil y el gobierno concertacionista.
Por otra parte, es posible también establecer una lectura del movimiento a través de la caracterización del estudiantado organizado. Éste, gradualmente fue alcanzando mayor radicalidad (sobre todo discursiva), pero carecía de la capacidad de darse un proyecto propio. Básicamente el movimiento de base reaccionaba a lo que planteaban las cúpulas antes descritas, negando el diálogo como camino, pero sin poder dar coherencia y solidez a la posibilidad de la acción directa en la lucha social.
En ese marco es que varias orgánicas anarquistas/libertarias, de forma paralela (aunque existía un cierto nivel de contacto muy poco sistemático) comienzan a desarrollar un trabajo que apuntaba a potenciar las dinámicas del movimiento de base a través de la inserción de elementos del discurso y la práctica libertaria.
De forma paralela y combinada, se van creando referentes específicos del anarquismo criollo, sin que podamos hablar claramente de un movimiento libertario como tal. En ese plano se estructura en Santiago, en 1999, una de las experiencias más significativas, el Congreso de Unificación Anarco Comunista. Durante los años posteriores ésta organización, que también se expande en Valparaíso, más otros grupos (Movimiento Libertario Joaquín Murieta de Temuco, o la Asamblea de Convergencia Libertaria en Concepción, a modo de ejemplo) desarrollan un trabajo de inserción y activismo dentro de los espacios universitarios.
A este proceso, hay que agregar las expectativas creadas a partir de la movilización de los estudiantes secundarios en el 2001, en la que emergen nuevas orgánicas (como la ACES) cuestión que será tratada en un próximo apunte.
Si bien comienza a darse mayor nivel de contacto entre los grupos mencionados anteriormente, es en las movilizaciones universitarias del año 2002 cuando se hace notar la necesidad de mayor coordinación y discusión de las diferentes orgánicas que actuaban en las diferentes ciudades. La confluencia en instancias de discusión y movilización nacional, hacían patente que cada día se incrementaba la presencia libertaria en el sector, y que cada difícilmente íbamos a conseguir mayores logros actuando por separado. El incremento de la presencia e influencia libertaria, se notaba por ejemplo en la capacidad creciente que se tenía para ocupar espacios de dirección coherente con el trabajo de base, como sucede por ejemplo desde fines de 2001 con la elección de unos pocos consejeros Fech militantes del CUAC.
Un documento del Frente estudiantil del CUAC Santiago, señala por ejemplo: “Nuestro Frente, que comenzaba su trabajo durante el primer semestre del 2001, dio discusión a sus primeros lineamientos para enfrentar los distintos desafíos que nos esperaban durante este primer período de organización estudiantil (…) Las preguntas aparecieron, a la par de los hitos estudiantiles del período, que nos encaraban los puntos más críticos a tratar. ¿Cómo hacer protagonistas a las mayorías en la defensa de las demandas democráticas, estancadas durante años en los documentos de la FECH? ¿Cómo hacer a la FECH una expresión real de las luchas de base? ¿Cómo construir objetivamente el poder estudiantil, volviendo a la FECH realmente federativa en su orgánica?”
Como podemos advertir, asimismo, las organizaciones anarquistas que poseían esta presencia fueron estructurando en su interior espacios diferenciados de discusión política, como sucede en ACL y CUAC con la creación de sus respectivos “frentes estudiantiles”, lo que también impulsaba a la convergencia nacional. Asimismo, en Santiago algunos compañeros que en ese entonces pertenecíamos al K.A.P.A. (Kolectivo Actúo, Pienso y Aprendo) comenzábamos un incipiente trabajo estudiantil, y decidimos fortalecer este espacio de convergencia en conjunto con los compañeros del CUAC.
Durante las movilizaciones del año 2002, la discusión se fue acelerando entre las organizaciones que desarrollaban un trabajo en este plano. Al mismo tiempo, se realiza una convocatoria en cada región hacia compañeros que, no militando en ninguna organización específica de las mencionadas, participaban de la misma sensibilidad política libertaria, es decir, eran afines a este proyecto pues se sentían parte de la misma tendencia en el movimiento estudiantil de base. Podemos afirmar por lo tanto, que desde los inicios, una de las principales características del Fel, por lo menos en Santiago, es que su construcción no solo responde al proceso de discusión política de los grupos anarquistas o anarco comunistas, sino que de igual manera responde a necesidades planteadas en el campo del trabajo de base en la lucha estudiantil.
En ese marco es que se instala ya con mayor claridad la necesidad de crear una orgánica nacional que agrupe y una el trabajo estudiantil desplegado de forma separada. La lectura que hacía un compañero que tuvo bastante influencia en ese proceso era la siguiente: “El principal obstáculo que enfrentamos el año pasado fue la descoordinación a nivel nacional, la dispersión y la atomización. Es necesario que desde ya apuntemos a superar estas falencias y poder tener algo más de coordinación en nuestras demandas y luchas”.
Con esa idea en mente, el mismo compañero señala: “El 21, vivimos una situación de convergencia natural, estando en Valparaíso, entre los compañeros de esa ciudad (militantes del CUAC e independientes), compañeros que venían de Santiago (del CUAC-FE e independientes), compañeros de la Serena (del Colectivo Senda Libertaria) y compañeros de Concepción (de la ACL). Con algunas diferencias, veíamos que en lo fundamental estábamos de acuerdo respecto a la movilización, que nuestras propuestas apuntaban en una misma dirección, que estábamos todos en la lucha, y que había una necesidad compartida de acercarnos en la acción y poder ir aunando esfuerzos. Así, comenzamos a conversar sobre la eventualidad de poder darnos mayores niveles de coordinación, necesarios para poder enfrentar una lucha que, por necesidad, debe ser dada de forma nacional. Al poco andar se sumaron los compañeros de Temuco (del MLJM), con quienes surge la idea de convocar a un encuentro nacional estudiantil universitario libertario. La idea, es poder tener, entre las organizaciones que tenemos una práctica afín, que nos conocemos de hace un tiempo, y que compartimos ciertos postulados básicos, una coordinación básica, a nivel estudiantil universitario, para perfilar una alternativa libertaria a las movilizaciones por venir”
En todo este proceso, si bien había elementos en común, no es posible hablar de una perspectiva política común. Se buscaba entonces partir por objetivos bastante específicos que permitieran dar mayor solidez a este proyecto de convergencia. El mismo compañero señalaba ante la presencia conjunta en la movilización del 2002 y ante la propuesta de realizar el primer encuentro nacional de estudiantes libertarios: “Hoy hemos dado pasos importantes al poner sobre el tapete nuestras demandas, al redactar un petitorio que sirva para unir a todos los estudiantes del país en torno a demandas básicas, dando además pasos para facilitar la unidad de la izquierda revolucionaria y de los anarquistas en función de objetivos específicos, pero debemos prepararnos para una lucha larga, la cual hoy está recién comenzando, que tendrá distintos episodios, y que no puede circunscribirse a los estrechos márgenes de las aulas. Las luchas que vienen deben buscar la alianza con los grupos sociales afectados por este modelo de explotación y excluyente, para así dar golpes definitivos al sistema (…)”
Paralelamente a esta discusión, entre los distintos grupos anarquistas de ese entonces se estaba dando un proceso de encuentro y desencuentros en cuanto a las concepciones organizativas y los horizontes políticos que se buscaban. Ese proceso se dio mediante el “Encuentro de Iniciativas Anarquistas” en el cual participaba gente del CUAC, del KAPA, Bandera Negra, MLJM, por mencionar los más notorios. Este proceso con todas sus falencias (pues no hubo mucha discusión real) ayudó a definir dos campos distintos (que hasta hoy operan) entre los grupos que reivindican el anarquismo y lo libertario, y sus resultados más notorios fueron la exclusión de algunos personajes del CUAC, quienes formaron el CRA. No profundizaremos en esto, lo digo solo para poder comprender el alejamiento que tuvo el MLJM de Temuco, quienes a pesar de haber sido los que plantearon la necesidad de un encuentro de estudiantes libertarios, optaron por mantenerse alejados del espacio del Fel en el momento de su fundación dado su distanciamiento con las posturas que la mayoría de los compañeros implicados en el tema defendimos en ese momento.
Se trataba de dos posturas que no encontraban punto de acuerdo, pues a mi juicio respondían a concepciones absolutamente distintas del trabajo político libertario. Mientras los MLJM sostenían (y el resto de los grupos que no estaban implicados en lo estudiantil, pero que en otros planos de acción actuaban de igual manera) que la convergencia de los grupos anarquistas era la tarea principal, y que a través de esta confluencia podía darse una mayor influencia de las ideas ácratas en la sociedad (concebida como “propaganda anarquista”, más que como inserción social), el eje conformado por el CUAC (sobre todo el frente estudiantil) y por gente del KAPA, argumentábamos la necesidad de comenzar a organizar frentes de trabajo en cada sector donde hubiera inserción social. Ejemplo de ello era la convergencia que se estaba dando en el plano estudiantil y en el poblacional (Frente Anarquista Cordillera). De este modo, el MLJM de Temuco desistió de converger en el Fel en el primer congreso realizado en mayo de 2003 en Valparaíso, pues mientras la mayoría apostaba a crear una sola orgánica a nivel nacional, el MLJM solo aspiraba a crear una coordinación entre los grupos que poseían presencia en el ámbito estudiantil. Una vez excluidos del proceso, decidieron dar curso a su proyecto cuyo resultado fue la creación de la “Coordinadora Anarquista” de los años 2003 y 2004.
Como ya enunciamos, el primer congreso, que dio inicio formalmente a nuestra organización se realizó el 21 de Mayo de 2003 en Valparaíso. En esta instancia se definieron puntos generales de convergencia, entre otros, el nombre, la idea de que se trataba de un espacio político social, la organización por secciones regionales, definiciones tácticas como la reivindicación del arancel diferenciado contemplando gratuidad, el cogobierno, y por cierto lo que señalamos hace poco, que se trataba de un espacio común y no de coordinación entre grupos anarquistas. Se contaba, finalmente, con la presencia de compañeros de La Serena, Valparaíso, Santiago y Concepción.
Como sabemos, el proceso de convergencia logró trascender hacia más compañeros, que compartían las definiciones elaboradas, como sucede con la incorporación de la sección Arica, proceso que se dio desde fines de 2003 y de lleno en el 2004. Asimismo, la continuidad del proyecto del Fel no solo implicó un avance cualitativo en el plano meramente estudiantil, sino que en tanto referente, significó un salto importante en el plano político para un cúmulo mayor de compañeros que, desde un horizonte libertario, trabajaban y trabajan en diferentes ámbitos sociales. Un compañero de Arica señalaba, poco tiempo después antes de su inclusión: “Nos parece genial, nosotros fuimos uno de los últimos en incorporarnos a este proceso de unificación al cual estamos dispuestos a abocarnos de lleno en él. Nos parece que contribuye enormemente a evitar la atomización de organizaciones estudiantiles libertarias a nivel secundario y superior, y desde luego aporta a la discusión hacia un programa de lucha homogéneo a nivel nacional de los anarquistas que pueda trascender y tener inserción directa no solo en las Ues y en los colegios, si no en la sociedad entera”.